Cowboy Bebop y su uso de la casualidad.
Cowboy Bebop es un anime
retransmitido por primera vez en Japón en el año 1998 y es uno de los más
claros ejemplos cuando mencionamos, no solo animes de dicha época, sino animes
con un aesthetic propio de su estilo
de animación y dibujo, convirtiéndose en una serie bastante reconocida en
cuanto a anime clásico se refiere. La verdad es que llego tarde a su visionado
puesto que lo he terminado el pasado marzo. Sin embargo, no me siento tardío
pues este anime ha contado con una buena fanbase y la saga ha recibido un
cariño adicional debido a que hace poco fue su 20º aniversario. ¿Y qué me lleva
a querer dedicar un pequeño análisis a este anime? Hay un aspecto de él que me
ha parecido muy sutil, pero es mi aspecto favorito de entre los 26 capítulos en
los que hemos seguido las aventuras de los tripulantes de la nave Bebop.
Entrando en lo que a argumentación se refiere, Cowboy Bebop adopta diversos
temas: desde mensajes filosóficos a raíz de la desenfrenada globalización y los
problemas que trae esta, como puede ser el conflicto interno de uno con su
pasado. Pero el aspecto que quiero hablar y analizaré su presencia es el que me
parece más curioso: el concepto de la
casualidad.
(Advertencia: A pesar de no
centrarme en el plot principal de la historia, que sería la historia del
protagonista Spyke, analizaré momentos de un episodio en concreto que expondrá su argumento en totalidad, así como otros elementos a mencionar menores. Si no has visto aún
este anime, te recomiendo mucho que lo hagas. Merece bastante la pena. )
La estructura episódica de la
serie está llena de episodios auto conclusivos en los que vemos a la
tripulación de la Bebop afrontar ciertos problemas a la hora de aceptar ciertos
encargos, alternando con episodios que giran en torno a las historias de los
propios personajes. Concretamente, a lo largo de su duración de 26 episodios
podemos contar un mínimo de 3 episodios para Jet y Faye, dos de los cinco
personajes principales, que giraban en torno a su pasado en orden de conocerlos
en profundidad. Spyke, el protagonista, dispone de más episodios al ser su
trama la considerada la principal. Y los otros dos personajes, pero no menos
importantes, Ed y Ein, comparten un par de episodios a la par de bastantes
momentos divertidos a lo largo de estas andanzas. Eso dejaría al resto de
episodios no centrados en sus tramas a episodios cuya trama gira en torno a la
aparición de personajes de una única aparición e interacción con los
integrantes de la Bebop. Es aquí donde quiero pararme porque, ya sea en estos
episodios ya mencionados como los centrados por los personajes, las cosas
surgen de un modo muy especial: surgen… de encontronazos no fortuitos.
Esto no es algo fuera de lo común y menos en series con episodios auto conclusivos. El encuentro de los protagonistas con personajes de un solo episodios que hacen que éste gire podemos verlo en bastantes shows, ya sean japoneses o no. Pero hay un gran factor en la casualidad durante Cowboy Bebop que me ha llamado bastante la atención gracias a su ingenio en el guion y su reflejo con el argumento principal de la serie. La clave vendría a ser como la trama generada a través de estos encuentros surge de forma natural dando aún más la sensación de casualidad. No es simplemente el arquetipo de ‘’monstruo de la semana’’ o evento fortuito. Hay series capaz de manejar con maestría la técnica de la casualidad para que los episodios fluyan y Cowboy Bebop es uno de ellos.
Pero qué sería de este argumento
sin pruebas que lo hagan sólido. Quiero partir de un único episodio que
ejemplifica mejor la casualidad y como este está sellado con la ‘’suerte’’, por
así decirlo, de Spyke. Se trata de uno mis episodios preferidos y que sería
numerado como el número 20: Pierrot Le Fou.
En este episodio conocemos al
loco Pierrot, un estrambótico asesino que se enfrenta a Spyke durante este
maravilloso homenaje a elementos del cine negro, así como dejarnos un amplio
abanico de preciosas escenas cinematográficas, a la altura del resto de la
serie. Todo lo que este episodio acarrea surge de una simple casualidad: Spyke,
literalmente, pasaba por allí. A pesar de que habría varias cosas que podrían
unir a ambos personajes para un enfrentamiento, fue la mera casualidad de
encontrarse en la misma calle lo que llevó al entuerto. Este tipo de casualidad
es algo con lo que nuestro protagonista ha ido siempre de su mano pues no es si
no por casualidad que ha ido encontrando a su vez que viajaba por el espacio.
El encuentro con ciertos miembros de la banda, disputas con ciertos tipejos
mientras hacía su trabajo y, lo más importante, como por puro azar, se
encontraba de bruces con información de más de aquello que andaba buscando
primariamente.
Como ya dije, manejar esta herramienta argumentativa no es fácil. Muchas obras de ficción pecan de la casualidad como una especie de deux ex machina, que son capaces de simplemente poner una solución a un asunto por simple puro capricho. Y a pesar de la multitud de casualidad que han dado a lo largo de las andanzas de estos cazarrecompensas, nada de esto parecía algo forzoso. Toda acción surgía de otra de forma natural y es realmente una maravilla no el ser capaz de hacerlo sino el de mantenerlo a lo largo de toda la obra.
No se puede entrar mucho más a
detalle sin comentar directamente los argumentos de estos episodios o de su
línea principal bastante más de lo que la ha arañado. Cowboy Bebop se ha
consagrado como una obra sobresaliente en su género. Pero, a mis ojos al menos,
siempre se señala más el estilo artístico o la historia principal por encima de
todo. Y aunque son sus puntos fuertes, no voy a negar que he encontrado mayor
entretenimiento de estas pequeñas historias cortas que aparecen simplemente de
una trivialidad y acaban formando 24 entretenidos minutos.
Por desgracia, Cowboy Bebop fue
retirado de Netflix hace poco y lo único que queda es la ficha técnica del live
action que recibirá este anime. Aun así, aunque llegue tarde a recomendarlo,
siempre está bien para su visionado o revisionado. Una bonita historia de
caprichos del destino y casualidad que juntan a cuatro personas y a un perro a
vivir juntos una serie de episodios dignos de una mirada curiosa.
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